Significado del Cempasúchil y otras flores del altar.
- Iris

- 11 oct
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El cempasúchil, ícono de nuestra cultura y símbolo esencial del Día de Muertos, ha sido la flor protagonista, encargada de dar vida y color a los altares en nuestros hogares, así como en adornar los panteones de todo el país.
Desde la época prehispánica, el cempasúchil ha tenido un profundo simbolismo en las culturas indígenas de México. Para los mexicas, esta flor representaba el sol, la luz, la vida y la muerte. Era común verla en altares, ofrendas y entierros, ya que se creía que su color y su aroma guiaban a las almas hacia el Mictlán, el inframundo. En los rituales religiosos, especialmente los dedicados a Mictecacíhuatl, reina del inframundo, el cempasúchil era sagrado. Además, antes de los sacrificios, los prisioneros eran cubiertos con esta flor para adormecer sus sentidos ante la muerte.
En la actualidad, el cempasúchil sigue siendo un elemento esencial del Día de Muertos. Su presencia en las ofrendas es indispensable, no solo por su belleza y color, sino porque, según la tradición, el aroma y los pétalos de esta flor atraen a las almas de los difuntos y les guían en su regreso al hogar. Es común esparcir sus pétalos desde la tumba hasta el altar, formando un sendero luminoso que traza la ruta de las ánimas, creando un puente simbólico entre el mundo de los vivos y los muertos.
Más allá de su uso ceremonial, esta flor también tiene aplicaciones prácticas en la vida moderna. Se utiliza como colorante natural para teñir objetos, prendas y alimentos. En la avicultura, se incluye en la alimentación de las aves para intensificar el tono anaranjado de su piel. También se ha convertido en un ingrediente en productos como cervezas artesanales, nieves y pulques, extendiendo así su uso más allá del ámbito ritual.
Por su parte, la celosía, más popularmente conocida como terciopelo, es otra de las flores tradicionales del Día de Muertos. Su textura aterciopelada y colores intensos la han convertido en un elemento muy valorado dentro de las ofrendas. No sólo cumple una función estética, creando una combinación fabulosa con el cempasúchil, sino que también se le atribuyen propiedades de limpieza del ambiente, incluso se le reconocen cualidades antibacterianas, reforzando así su uso tanto simbólico como práctico.
Otras flores también ocupan un lugar en los altares y tradiciones del Día de Muertos, aunque no gozan de la misma popularidad que las anteriores, son frecuentes en las ofrendas.Los crisantemos blancos y amarillos, junto con la gypsophila, conocida como nube, se destinan especialmente a los altares dedicados a los niños. La nube, con sus delicadas florecillas blancas en ramilletes, no solo adornan, sino que se cree que su fragancia y presencia alegran a las ánimas infantiles en su breve regreso al mundo de los vivos. Pues en la mayoría de los estados el 1 de noviembre está dedicado a los infantes, mientras que el 2 de noviembre se honra a los adultos.
El alhelí amarillo, que complementa espléndidamente al cempasúchil, simboliza resiliencia, amor y fidelidad. En algunas culturas, se le atribuyen propiedades protectoras para alejar energías negativas.

Asimismo, el clavel, cuyo nombre significa “flor de Dios”, está cargado de simbolismo. Disponible en colores como rojo, amarillo y rosa, representa amor profundo, luz para el fallecido y recuerdos llenos de afecto. Su resistencia, belleza y durabilidad lo convierten en una de las flores más utilizadas en las ofrendas, ya que puede mantenerse fresca por largo tiempo y florece en diversas épocas del año.
La azucena, como la mayoría de las flores blancas, está profundamente asociada a la pureza y la inocencia. También simboliza la resurrección, la vida eterna, la iluminación y la serenidad, especialmente en las tradiciones católicas.

Por último, las gladiolas, aunque más comunes en panteones e iglesias, son imprescindibles en estas fechas. En el ámbito espiritual, se utilizan para expresar respeto, especialmente en momentos de duelo, así como para transmitir serenidad y honrar la memoria de nuestros seres queridos fallecidos.
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